jueves, 11 de marzo de 2010

Atrás y adelante

Tengo esto completamente abandonado y debería volver a recuperarlo. Quizás cuando no ande hasta arriba de trabajos, pero en cualquier caso debería compartir alguna de mis últimas paranoias. Pero hoy, enferma, agobiada y con morriña, a unas horas de irme a casa y de casa (dicen que 'home is where the heart is' pero entonces cuándo tu corazón está dividido ¿qué?) en tren por 3 días que se hacen escasos ando pensando en la fecha. En el dichoso y traido 11M. Y como siempre será algo que no me deje indiferente voy a compartir lo que escribí hace ahora un año mientras estaba en Holanda.

Porque ya fuera Amsterdam o ahora Barcelona sufriendo frio y viendo el sol los sentimientos siguen siendo los mismos. Como siempre siento el inglés patatero...

Amsterdam, 11 de marzo de 2009

Five years ago

It's interesting how the time keeps on going as does life but some things still hurt. Maybe it's my fault for not being able to understand. Or maybe it's just that it can't be understood. Actually it doesn't matter.

It's interesting how some things can get stuck in your memory and leave scars even if you weren't physically there. How you get hit by them in a different kind of collateral damage. And how you can't help feeling guilty for being lucky or blame the luck of others.
There are thousands of stories about this same day five years ago. Some are known and stuck in our collective mind, some were known and now they are forgotten. And some will never be known except for the people there and their families, friends and acquaintances. Some stories are amazing, others heartbreaking and there are a lot of "what ifs" attached to them. I know some of them, publicly known and not, and others I'll never know about.

On some of the stories I know, I was just a listener, committing it to memory to try to never forget it. I was an active participant in some of the others. And none of them makes me special because everybody who lived or knew someone in Madrid that day has similar stories. "All of us were in those trains" was said and in a way it was true and we are still going.

There are things I remember about that day, clear and bright, like the sky was. Like the sky is today five years in the future and God knows how many kilometres from where my memory is taking me today.
There are things that have gotten blurry with time, hours lost among the stress and the shock and the need to know and the rage against what we were witnessing.
There are things I may have forgotten because after all, I'm human and time tends to soothe even the fear and raw wounds. There are things I haven't forgotten but I have tried to forgive, because hate doesn't fix anything and five years is a long time for hate. But not for demanding respect and justice.

Lots of things happened five years ago around the world. As did the following days. What happened in Madrid is just a bit more well known and painful for us. That's why once a year I can't help going back in time if only for a few moments. And we'll keep on living our lives and hoping nobody else has to suffer this shit anywhere in the world, but once a year we'll mourn and we'll always remember.
Because as someone said once:
The stupid neither forgive nor forget; the naive forgive and forget; the wise forgive but do not forget.
And we should remember it

jueves, 22 de octubre de 2009

Esa extraña comida basura

No recordaba lo abandonado que tenía esto, pero también es cierto que pasé de tener poco o nada que contar (aunque aún me debo a mi misma una critíca literaria sobre El nombre del viento) a de repente coger la maleta y mudarme corriendo. Lo mio son los extremos o soy la hija pérdida de Murphy no lo sé.

En cualquier caso aquí estoy viendo llover desde mi cuarto en Barcelona mientras ignoro los apuntes del máster en que me he metido a pesar de que tengo exámen en 15 días. Procrastinating que dicen los angloparlantes o hacer el vago que decimos nosotros.

En cualquier caso y a lo que venía esto, puedes empezar a decir que yo me he adaptado a un sitio cuándo encuentro una comida basura que me supera. En Madrid son los kebabs, en Amsterdam era el Wok to Walk (qué también existe aquí, ¡ueeh!) y aquí es algo más peligroso porque es el equivalente del arroz o tallarines zarrapastrosos que te venden los chinos por las calles de Madrid a eso de las 3 de la mañana cuándo sales de los bares. Bueno, y el sushi pero para eso hay que ir de restaurante. La comida basura a la que me refiero son las samosas que venden los indios/pakistanies de estrangis por las calles (aunque nada supera el telebirra de que se te acerquen por la calle y te ofrezcan latas por un euro o dos).

Las samosas son como empanadillas especiadas rellenas de patata que venden por un euro y que a las tres de la mañana mientras esperas el nitbus muriéndote de hambre cumplen su función con dignidad. Y he de decir que el sabor me ha sorprendido lo bastante como para plantearme si puedo hacerlas en casa. No deberían ser muy complicadas. Otra cosa es que no haga volar la cocina que soy muy nula. Siempre he dicho que soy cocinera de supervivencia y lo mantengo.

Aún así ya puedo decir que volveré a caer. Lo que no quita que si sigo dedicándome a comprar en puestos callejeros en cada lugar dónde acabo viviendo, un día de estos me intoxicaré pero bueno. Aún hay tiempo.

martes, 30 de junio de 2009

The beginning of the end or the end of the beginning

Aquí ando a las casi once de la noche, viendo los últimos rayos del sol desde mi ventana. Es increíble lo largos que son ahora los días comparado con España o simplemente con lo cortos que eran en invierno. Eso unido a un calor sofocante con un grado de humedad alrededor del 95% o más en estos últimos días y tengo la sensación de no estar en Amsterdam sino en algún lugar tropical en busca de aventuras.

Aventuras como esta que ya llega a su final. En dos días estaré de vuelta en España inmersa en prácticas, estudios y papeles para ver si termino la carrera y puedo hacer algo más. Supongo que porque siempre ando buscando aventuras. Siempre he sido un poco inquieta y este año me ha demostrado que además no temo a la soledad, y que incluso a veces la necesito.

No sé si es pronto para hacer un balance de esto. Probablemente. No sé cuánto de lo que ahora creo que he aprendido de verdad ha hecho mella y cuáles son cosas intrascendentes. Aunque pensándolo bien eso es más o menos lo que hacemos siempre, no nos dedicamos a intentar sacar enseñanzas de nuestra vida.

En cualquier caso de este año fuera me traigo:

  • La certeza de que existe el concepto de patria y que en mi caso son personas y lugares, no banderas o países y que pueden estar en más de un país.

  • Saber que se puede echar muchísimo de menos a alguien y aun así no querer volver con ellos.

  • El duro conocimiento de que la independencia es una droga adictiva y dura de dejar y que probablemente intentaré recaer lo más pronto posible.

  • La sensación de que echaré de menos este lugar, tan extraño y ya tan familiar de la misma forma que eché de menos Alcalá durante estos meses. Esto me hace preguntarme si al final, toda persona que se mueve más allá de dónde nació está condenada a siempre echar de menos a algo o alguien.

  • La esperanza de ser un poco más madura, un poco más lista y un poco más ducha a la hora de hablar inglés. Así como el temor de ser ahora mucho más cauta, mucho más seria y tener un cacao de idiomas impresionante.

  • Gente que espero siga allí, siendo mis amigos, aunque no sean todos lo que conocí.

  • Batallitas, curiosidades, aventuras del día a día y tonterías de poca monta que son al final lo que hacen una historia.

  • Como siempre conmigo: libros, muchos libros.

Por suerte solo los últimos ocupan espacio en la maleta, que es por lo que cobran sobrecargo.

Nos vemos en España

jueves, 28 de mayo de 2009

Videos y palabras

El otro día andaba buscando nuevo material de literatura fantástica para mi colección, que por cierto en cuánto vuelva a España creo que voy a pedir a Amazon al menos tres libros, cuándo me dí de bruces con el trailer que P&J había hecho para una de sus nuevas publicaciones.

Dejando a un lado que el trailer me gustó y que está basado en lo que pone en la contraportada, una parte de mi no termina de apreciar la idea del traíler para vender libros. Sé que es una buena arma comercial en este mundo que se basa tanto en los mensajes audiovisuales, pero si necesitas tanto un vídeo para que un producto te llame la atención ¿comprarías un libro?. Los libros no se ven en la tele o el cine. No son imágenes en movimiento. Al menos no delante de tus ojos.
Son palabras y el olor y la textura del papel e imágenes que se graban en tu mente gracias a lo que tu imaginación recrea.

Pero no vídeos. Nunca serán vídeos. O al menos espero que no lo sean. En parte porque me gusta el sonido de las hojas al pasar y porque a mi las cosas me entran por la vista más que por el oído y me gusta perderme entre las letras.
Y sobretodo porque mi principal necesidad a la hora de leer es inventar mundos. Es la relación entre el escritor y cada uno de sus lectores. El escritor crea un mundo, su esqueleto por rico que sea en detalles, y los lectores lo interpretan. Y por mucho que el escritor lo describa lo que aparecerá en mi mente, cómo veo los lugares y los personajes no será igual a como los ve otra persona.

Porque cada uno aportamos nuestra perspectiva y eso lo enriquece. Esa es la magia de la literatura que el cine y la televisión no tienen. No estoy desdeñando el cine y la televisión. Ellos también tienen su mágia y hay películas y series que me han tocado muy hondo. Pero es distinto.En ellos tu imaginación también es necesaria pero por causas del formato el autor te dice como verlo, aunque cada uno interprete luego lo que sea.
Y no sé, no es lo mismo. Es por esa razón que suelo desconfiar de las adaptaciones de libros, porque nunca se parecen a mi idea de los personajes y es como de repente ver que alguien al que conocías no es como creías. Y te sientes traicionado en esa forma extraña en que los lectores nos sentimos a veces cuando nos sumergimos en un libro y nos perdemos del mundo por unas horas. Porque un auténtico lector es poco más que un adicto sumergido en mundos distintos y buscando una dósis tras otra.
Pero bueno es nuestra prerrógativa y no molestamos a nadie. Aunque la lectura sea una droga muy cara.

lunes, 4 de mayo de 2009

Queen's day y quejas de autóctono

Este día 30 fue el día de la reina. Curiosamente lo que se celebra no es el cumpleaños de la actual, sino el de su madre, pero bueno eso poco importa.
Dejando aparte las noticias del kamikaze que mató a siete personas en el pueblo dónde estaba el desfile real y que ha conmocionado a este país que tiende a ser un tanto aburrido y seguro cuando se trata de algo más grave que el carterismo, el beber, hacer ruido, fumar y mear dónde no se debe o el morir atropellado por una bici, yo quería hablar de cómo se vive en Amsterdam.

Primero los autóctonos huyen si es posible o no salen de casa. ¿Por qué? Porque aquí la fiesta consiste en conciertos (véase djs desconocidos o dj Tiesto) y sobretodo mucha, mucha, mucha gente borracha por las calles vestida de naranja. En serio, estaba todo a reventar, era increíble. Así claro la gente se aprovechaba y te cobraban hasta dos euros por entrar a un baño portátil. Otra cosa no pero alma de comerciante tienen.

La verdad es que está curioso pero al cabo de un rato agotador. No soy demasiado dada a las multitudes enloquecidas. N0 me extraña que los autóctonos refunfuñen.

Y hablando de refunfuñar, me he encontrado quejándome más de una vez y más de dos de ese peligro público que son los turistas. Sí, Amsterdam es la ciudad de las bicis, pero sigue siendo una ciudad. ¿Alquilar una bici para moverte cuando no sabes conducir entre el tráfico del centro? Es una malísima idea. De verdad. Lidiar con buses, tranvías, coches y peatones en zonas dónde no siempre hay carril bici o si lo hay es invadido no es fácil. Esto es una ciudad, no un parque.
Coge el tranvía, te ahorraras morir atropellado o que algún peatón (como yo) se quede con las ganas de empujarte de la bici. Y tenemos las de ganar. O si te gusta el riesgo cuélate en el metro.

Pero nunca hacen caso y los autóctonos seguirán refunfuñando y también lo haremos los semi asilvestrados, que el pasar aquí un tiempo sirve para al menos sentirte con derecho de quejarte de todo aunque sigas sin entender el idioma.

domingo, 19 de abril de 2009

Contando algo, no sé sabe qué

Sigo sin tener muchas ganas de escribir sobre mí. Quizás porque sigo en mi estado de altos y bajos. No sé, es cierto que el Erasmus es una gran experiencia pero tengo que admitir que la mía no está siendo tan buena como la del resto. Tengo la sensación de que voy a volver con mi autoestima tocada sobretodo en el tema de mis habilidades sociales. O falta de ellas mejor dicho.
Siempre he sabido que no soy una persona abierta y carismática de esas que hacen amigos en un segundo. Yo hago conocidos. Y los amigos necesitan tiempo.
Quizás me he cerrado yo en banda o no estoy dónde debería o quién sabe. La verdad es que a estas alturas me da un tanto lo mismo.

Quizás por eso no cuento mucho porque, sobretodo si se lo digo a mi familia, me harán volverme. Y no lo estoy pasando mal. Simplemente es un tanto solitario. Y me parece que últimamente cuando hablo con la gente de España lo convierto en una competición de a ver quién lo tiene más chungo, lo cual es patético.

Cambiando de tema Amsterdam al fin vuelve a despertar. Ahora que al fin ha llegado el sol se empieza a notar que la gente tiene más tiempo para pararse y por fin el tiempo es decente para pasear y explorar. Adoro está ciudad y todos los kamikazes que viven en ella en serio. No es espectacular pero tiene un gran encanto. Lo único es que los inviernos son mortales. Todos nos hemos deprimido al menos un par de veces durante estos largos meses.
Pero ahora hace sol más a menudo y los tulipanes ya han empezado a salir llenando todo de colores. La verdad es que está todo precioso, pero a veces echas un poco de menos más variedad de flores. Son un tanto monotématicos.
El viento sigue soplando frío y trayendo noticias de algún lado para los que saben oírlas. Y tenemos mosquitos tamaño portaaviones que no pican y otros minúsculos que parecen vampiros. Y aún es abril. Me esperan unos meses interesantes.
Hablando de cosas interesantes y/o curiosas. He descubierto que soy una snob cuándo de fruta se refiere. Aquí, quitando las manzanas, casi toda la fruta me sabe a plástico. El otro día compre unas fresas holandesas que parecían muy bonitas pero no tenían sabor. Así que vuelvo a hacer patría y comprar fruta española. Con denominación de WWF. Toma ya. Parece ser que proviene de cultivos que no sobreexplotan los acuíferos de Doñana y por tanto protegen a los flamencos y otros bichos que viven en el parque.

O eso es lo que he deducido con lo poco que sé de holandés. Foto para demostrarlo:

sábado, 4 de abril de 2009

Experimentos literarios

Debería hacer una entrada sobre como me va la vida ultimamente por aqui, pero ahora mismo no tengo ganas. Solo decir que marzo casi acaba conmigo pero que a partir de ahora la vida debería ser más tranquila en lo que a estudios se refiere. Ah y que lo mismo acabo metida en un proyecto, ya se verá.

Como no tengo ganas de relatar demasiado, voy a compartir lo último que he escrito. La idea era un tanto rara, de ahí lo de experimento, pero me gusta el resultado. Lo que hice fue coger una foto, un tanto al azar y escribir lo que la foto me sugería. La foto en cuestión pertenece a la ultima excursión que hice que fue a Texel, una de las islas meridionales de este país y está al final del texto. Espero que os guste

~0~

El viento helado cortaba su cara haciéndole desear haberse acordado de ponerse algo más de abrigo que el grueso jersey de cuello alto y el gorro que llevaba. El salir en medio de un día que presagiaba tormenta había sido un impulso repentino por el que se había dejado llevar, y del que probablemente se arrepentiría en el tiempo que le llevara perder la sensibilidad en su cuerpo. Lo cuál calculaba sería en los próximos diez minutos poco más o menos.

A pesar del tremendo frío, en la cala se respiraba paz. Se sentía como la única persona del mundo paseando entre las hierbas altas y escuchando el sonido de las olas a unos pocos metros. Si cruzaba el pequeño montículo sabía que vería el mar, gris y ligeramente revuelto como indicando la tormenta que se avecinaba y que se podía oler en el aire mezclada con el salitre del océano. Sí, iba a ser una grande, de esas que los pescadores del pequeño pueblo hablarían en los próximos inviernos porque había llegado a llevarse alguna de las pequeñas barcas amarradas en el embarcadero. Y lo mismo también a algún estúpido turista que no había decidido escuchar los avisos de los viejos del lugar, entendidos en la naturaleza cambiante de la isla.

Era un lugar solitario, frío y duro que despertaba una fascinación insana en unos cuántos locos con alma de místicos o poetas y que era odiado por aquellos con los pies en la tierra. Los primeros eran atraídos desde los lugares más remotos como llamados por un canto de sirena, mientras que los segundos huían a la menor oportunidad. Poco podía hacer un alma práctica en un lugar donde el mar, las dunas y el viento eran los señores. Dónde no había más trabajo que enfrentarse a las inhóspitas aguas del océano ni más compañía que el viento y unas cuántas almas igual de locas. No, no todo el mundo lo soportaba, pero quién sobrevivía un invierno se quedaba para siempre. Tal era el hechizo del lugar.

Ella había sido otra de sus victimas, hacía tanto tiempo que ya ni recordaba cuánto, fascinada a su pesar y atrapada sin remedio hasta que ya no tuvo fuerzas ni ganas de intentar huir. Ni de seguir buscando. No era como había imaginado su futuro cuando era joven, pero era suficiente. La isla apaciguaba su inquietud y hacía tiempo que había aprendido a no pedir milagros. Era suficiente.

Un trueno la hizo volverse hacía donde estaba el mar frunciendo el ceño. Debía darse prisa si quería volver a casa antes de que llegara la tormenta y subiera la marea. No vivía lejos pero cinco minutos de más podían ser suficiente para cortar el camino hasta su casa. Y no importa lo mucho que añorara su antigua vida, no tenía ganas de morir ahogada. Esa no era la forma de volver. Las primeras gotas de lluvia empezaron a caer, sacándola de sus pensamientos y haciéndola darle la espalda al mar una vez más. Sin pensárselo dos veces, echó a caminar mientras arreciaba, pensamientos sobre lugares acogedores y a cubierto ocupando su muerte y dejando atrás entre las dunas añoranzas del mar y de pieles perdidas.

Playa de Cocksdorp, isla de Texel