jueves, 22 de octubre de 2009

Esa extraña comida basura

No recordaba lo abandonado que tenía esto, pero también es cierto que pasé de tener poco o nada que contar (aunque aún me debo a mi misma una critíca literaria sobre El nombre del viento) a de repente coger la maleta y mudarme corriendo. Lo mio son los extremos o soy la hija pérdida de Murphy no lo sé.

En cualquier caso aquí estoy viendo llover desde mi cuarto en Barcelona mientras ignoro los apuntes del máster en que me he metido a pesar de que tengo exámen en 15 días. Procrastinating que dicen los angloparlantes o hacer el vago que decimos nosotros.

En cualquier caso y a lo que venía esto, puedes empezar a decir que yo me he adaptado a un sitio cuándo encuentro una comida basura que me supera. En Madrid son los kebabs, en Amsterdam era el Wok to Walk (qué también existe aquí, ¡ueeh!) y aquí es algo más peligroso porque es el equivalente del arroz o tallarines zarrapastrosos que te venden los chinos por las calles de Madrid a eso de las 3 de la mañana cuándo sales de los bares. Bueno, y el sushi pero para eso hay que ir de restaurante. La comida basura a la que me refiero son las samosas que venden los indios/pakistanies de estrangis por las calles (aunque nada supera el telebirra de que se te acerquen por la calle y te ofrezcan latas por un euro o dos).

Las samosas son como empanadillas especiadas rellenas de patata que venden por un euro y que a las tres de la mañana mientras esperas el nitbus muriéndote de hambre cumplen su función con dignidad. Y he de decir que el sabor me ha sorprendido lo bastante como para plantearme si puedo hacerlas en casa. No deberían ser muy complicadas. Otra cosa es que no haga volar la cocina que soy muy nula. Siempre he dicho que soy cocinera de supervivencia y lo mantengo.

Aún así ya puedo decir que volveré a caer. Lo que no quita que si sigo dedicándome a comprar en puestos callejeros en cada lugar dónde acabo viviendo, un día de estos me intoxicaré pero bueno. Aún hay tiempo.

martes, 30 de junio de 2009

The beginning of the end or the end of the beginning

Aquí ando a las casi once de la noche, viendo los últimos rayos del sol desde mi ventana. Es increíble lo largos que son ahora los días comparado con España o simplemente con lo cortos que eran en invierno. Eso unido a un calor sofocante con un grado de humedad alrededor del 95% o más en estos últimos días y tengo la sensación de no estar en Amsterdam sino en algún lugar tropical en busca de aventuras.

Aventuras como esta que ya llega a su final. En dos días estaré de vuelta en España inmersa en prácticas, estudios y papeles para ver si termino la carrera y puedo hacer algo más. Supongo que porque siempre ando buscando aventuras. Siempre he sido un poco inquieta y este año me ha demostrado que además no temo a la soledad, y que incluso a veces la necesito.

No sé si es pronto para hacer un balance de esto. Probablemente. No sé cuánto de lo que ahora creo que he aprendido de verdad ha hecho mella y cuáles son cosas intrascendentes. Aunque pensándolo bien eso es más o menos lo que hacemos siempre, no nos dedicamos a intentar sacar enseñanzas de nuestra vida.

En cualquier caso de este año fuera me traigo:

  • La certeza de que existe el concepto de patria y que en mi caso son personas y lugares, no banderas o países y que pueden estar en más de un país.

  • Saber que se puede echar muchísimo de menos a alguien y aun así no querer volver con ellos.

  • El duro conocimiento de que la independencia es una droga adictiva y dura de dejar y que probablemente intentaré recaer lo más pronto posible.

  • La sensación de que echaré de menos este lugar, tan extraño y ya tan familiar de la misma forma que eché de menos Alcalá durante estos meses. Esto me hace preguntarme si al final, toda persona que se mueve más allá de dónde nació está condenada a siempre echar de menos a algo o alguien.

  • La esperanza de ser un poco más madura, un poco más lista y un poco más ducha a la hora de hablar inglés. Así como el temor de ser ahora mucho más cauta, mucho más seria y tener un cacao de idiomas impresionante.

  • Gente que espero siga allí, siendo mis amigos, aunque no sean todos lo que conocí.

  • Batallitas, curiosidades, aventuras del día a día y tonterías de poca monta que son al final lo que hacen una historia.

  • Como siempre conmigo: libros, muchos libros.

Por suerte solo los últimos ocupan espacio en la maleta, que es por lo que cobran sobrecargo.

Nos vemos en España

jueves, 28 de mayo de 2009

Videos y palabras

El otro día andaba buscando nuevo material de literatura fantástica para mi colección, que por cierto en cuánto vuelva a España creo que voy a pedir a Amazon al menos tres libros, cuándo me dí de bruces con el trailer que P&J había hecho para una de sus nuevas publicaciones.

Dejando a un lado que el trailer me gustó y que está basado en lo que pone en la contraportada, una parte de mi no termina de apreciar la idea del traíler para vender libros. Sé que es una buena arma comercial en este mundo que se basa tanto en los mensajes audiovisuales, pero si necesitas tanto un vídeo para que un producto te llame la atención ¿comprarías un libro?. Los libros no se ven en la tele o el cine. No son imágenes en movimiento. Al menos no delante de tus ojos.
Son palabras y el olor y la textura del papel e imágenes que se graban en tu mente gracias a lo que tu imaginación recrea.

Pero no vídeos. Nunca serán vídeos. O al menos espero que no lo sean. En parte porque me gusta el sonido de las hojas al pasar y porque a mi las cosas me entran por la vista más que por el oído y me gusta perderme entre las letras.
Y sobretodo porque mi principal necesidad a la hora de leer es inventar mundos. Es la relación entre el escritor y cada uno de sus lectores. El escritor crea un mundo, su esqueleto por rico que sea en detalles, y los lectores lo interpretan. Y por mucho que el escritor lo describa lo que aparecerá en mi mente, cómo veo los lugares y los personajes no será igual a como los ve otra persona.

Porque cada uno aportamos nuestra perspectiva y eso lo enriquece. Esa es la magia de la literatura que el cine y la televisión no tienen. No estoy desdeñando el cine y la televisión. Ellos también tienen su mágia y hay películas y series que me han tocado muy hondo. Pero es distinto.En ellos tu imaginación también es necesaria pero por causas del formato el autor te dice como verlo, aunque cada uno interprete luego lo que sea.
Y no sé, no es lo mismo. Es por esa razón que suelo desconfiar de las adaptaciones de libros, porque nunca se parecen a mi idea de los personajes y es como de repente ver que alguien al que conocías no es como creías. Y te sientes traicionado en esa forma extraña en que los lectores nos sentimos a veces cuando nos sumergimos en un libro y nos perdemos del mundo por unas horas. Porque un auténtico lector es poco más que un adicto sumergido en mundos distintos y buscando una dósis tras otra.
Pero bueno es nuestra prerrógativa y no molestamos a nadie. Aunque la lectura sea una droga muy cara.

lunes, 4 de mayo de 2009

Queen's day y quejas de autóctono

Este día 30 fue el día de la reina. Curiosamente lo que se celebra no es el cumpleaños de la actual, sino el de su madre, pero bueno eso poco importa.
Dejando aparte las noticias del kamikaze que mató a siete personas en el pueblo dónde estaba el desfile real y que ha conmocionado a este país que tiende a ser un tanto aburrido y seguro cuando se trata de algo más grave que el carterismo, el beber, hacer ruido, fumar y mear dónde no se debe o el morir atropellado por una bici, yo quería hablar de cómo se vive en Amsterdam.

Primero los autóctonos huyen si es posible o no salen de casa. ¿Por qué? Porque aquí la fiesta consiste en conciertos (véase djs desconocidos o dj Tiesto) y sobretodo mucha, mucha, mucha gente borracha por las calles vestida de naranja. En serio, estaba todo a reventar, era increíble. Así claro la gente se aprovechaba y te cobraban hasta dos euros por entrar a un baño portátil. Otra cosa no pero alma de comerciante tienen.

La verdad es que está curioso pero al cabo de un rato agotador. No soy demasiado dada a las multitudes enloquecidas. N0 me extraña que los autóctonos refunfuñen.

Y hablando de refunfuñar, me he encontrado quejándome más de una vez y más de dos de ese peligro público que son los turistas. Sí, Amsterdam es la ciudad de las bicis, pero sigue siendo una ciudad. ¿Alquilar una bici para moverte cuando no sabes conducir entre el tráfico del centro? Es una malísima idea. De verdad. Lidiar con buses, tranvías, coches y peatones en zonas dónde no siempre hay carril bici o si lo hay es invadido no es fácil. Esto es una ciudad, no un parque.
Coge el tranvía, te ahorraras morir atropellado o que algún peatón (como yo) se quede con las ganas de empujarte de la bici. Y tenemos las de ganar. O si te gusta el riesgo cuélate en el metro.

Pero nunca hacen caso y los autóctonos seguirán refunfuñando y también lo haremos los semi asilvestrados, que el pasar aquí un tiempo sirve para al menos sentirte con derecho de quejarte de todo aunque sigas sin entender el idioma.

domingo, 19 de abril de 2009

Contando algo, no sé sabe qué

Sigo sin tener muchas ganas de escribir sobre mí. Quizás porque sigo en mi estado de altos y bajos. No sé, es cierto que el Erasmus es una gran experiencia pero tengo que admitir que la mía no está siendo tan buena como la del resto. Tengo la sensación de que voy a volver con mi autoestima tocada sobretodo en el tema de mis habilidades sociales. O falta de ellas mejor dicho.
Siempre he sabido que no soy una persona abierta y carismática de esas que hacen amigos en un segundo. Yo hago conocidos. Y los amigos necesitan tiempo.
Quizás me he cerrado yo en banda o no estoy dónde debería o quién sabe. La verdad es que a estas alturas me da un tanto lo mismo.

Quizás por eso no cuento mucho porque, sobretodo si se lo digo a mi familia, me harán volverme. Y no lo estoy pasando mal. Simplemente es un tanto solitario. Y me parece que últimamente cuando hablo con la gente de España lo convierto en una competición de a ver quién lo tiene más chungo, lo cual es patético.

Cambiando de tema Amsterdam al fin vuelve a despertar. Ahora que al fin ha llegado el sol se empieza a notar que la gente tiene más tiempo para pararse y por fin el tiempo es decente para pasear y explorar. Adoro está ciudad y todos los kamikazes que viven en ella en serio. No es espectacular pero tiene un gran encanto. Lo único es que los inviernos son mortales. Todos nos hemos deprimido al menos un par de veces durante estos largos meses.
Pero ahora hace sol más a menudo y los tulipanes ya han empezado a salir llenando todo de colores. La verdad es que está todo precioso, pero a veces echas un poco de menos más variedad de flores. Son un tanto monotématicos.
El viento sigue soplando frío y trayendo noticias de algún lado para los que saben oírlas. Y tenemos mosquitos tamaño portaaviones que no pican y otros minúsculos que parecen vampiros. Y aún es abril. Me esperan unos meses interesantes.
Hablando de cosas interesantes y/o curiosas. He descubierto que soy una snob cuándo de fruta se refiere. Aquí, quitando las manzanas, casi toda la fruta me sabe a plástico. El otro día compre unas fresas holandesas que parecían muy bonitas pero no tenían sabor. Así que vuelvo a hacer patría y comprar fruta española. Con denominación de WWF. Toma ya. Parece ser que proviene de cultivos que no sobreexplotan los acuíferos de Doñana y por tanto protegen a los flamencos y otros bichos que viven en el parque.

O eso es lo que he deducido con lo poco que sé de holandés. Foto para demostrarlo:

sábado, 4 de abril de 2009

Experimentos literarios

Debería hacer una entrada sobre como me va la vida ultimamente por aqui, pero ahora mismo no tengo ganas. Solo decir que marzo casi acaba conmigo pero que a partir de ahora la vida debería ser más tranquila en lo que a estudios se refiere. Ah y que lo mismo acabo metida en un proyecto, ya se verá.

Como no tengo ganas de relatar demasiado, voy a compartir lo último que he escrito. La idea era un tanto rara, de ahí lo de experimento, pero me gusta el resultado. Lo que hice fue coger una foto, un tanto al azar y escribir lo que la foto me sugería. La foto en cuestión pertenece a la ultima excursión que hice que fue a Texel, una de las islas meridionales de este país y está al final del texto. Espero que os guste

~0~

El viento helado cortaba su cara haciéndole desear haberse acordado de ponerse algo más de abrigo que el grueso jersey de cuello alto y el gorro que llevaba. El salir en medio de un día que presagiaba tormenta había sido un impulso repentino por el que se había dejado llevar, y del que probablemente se arrepentiría en el tiempo que le llevara perder la sensibilidad en su cuerpo. Lo cuál calculaba sería en los próximos diez minutos poco más o menos.

A pesar del tremendo frío, en la cala se respiraba paz. Se sentía como la única persona del mundo paseando entre las hierbas altas y escuchando el sonido de las olas a unos pocos metros. Si cruzaba el pequeño montículo sabía que vería el mar, gris y ligeramente revuelto como indicando la tormenta que se avecinaba y que se podía oler en el aire mezclada con el salitre del océano. Sí, iba a ser una grande, de esas que los pescadores del pequeño pueblo hablarían en los próximos inviernos porque había llegado a llevarse alguna de las pequeñas barcas amarradas en el embarcadero. Y lo mismo también a algún estúpido turista que no había decidido escuchar los avisos de los viejos del lugar, entendidos en la naturaleza cambiante de la isla.

Era un lugar solitario, frío y duro que despertaba una fascinación insana en unos cuántos locos con alma de místicos o poetas y que era odiado por aquellos con los pies en la tierra. Los primeros eran atraídos desde los lugares más remotos como llamados por un canto de sirena, mientras que los segundos huían a la menor oportunidad. Poco podía hacer un alma práctica en un lugar donde el mar, las dunas y el viento eran los señores. Dónde no había más trabajo que enfrentarse a las inhóspitas aguas del océano ni más compañía que el viento y unas cuántas almas igual de locas. No, no todo el mundo lo soportaba, pero quién sobrevivía un invierno se quedaba para siempre. Tal era el hechizo del lugar.

Ella había sido otra de sus victimas, hacía tanto tiempo que ya ni recordaba cuánto, fascinada a su pesar y atrapada sin remedio hasta que ya no tuvo fuerzas ni ganas de intentar huir. Ni de seguir buscando. No era como había imaginado su futuro cuando era joven, pero era suficiente. La isla apaciguaba su inquietud y hacía tiempo que había aprendido a no pedir milagros. Era suficiente.

Un trueno la hizo volverse hacía donde estaba el mar frunciendo el ceño. Debía darse prisa si quería volver a casa antes de que llegara la tormenta y subiera la marea. No vivía lejos pero cinco minutos de más podían ser suficiente para cortar el camino hasta su casa. Y no importa lo mucho que añorara su antigua vida, no tenía ganas de morir ahogada. Esa no era la forma de volver. Las primeras gotas de lluvia empezaron a caer, sacándola de sus pensamientos y haciéndola darle la espalda al mar una vez más. Sin pensárselo dos veces, echó a caminar mientras arreciaba, pensamientos sobre lugares acogedores y a cubierto ocupando su muerte y dejando atrás entre las dunas añoranzas del mar y de pieles perdidas.

Playa de Cocksdorp, isla de Texel

miércoles, 18 de marzo de 2009

Pequeñas cosas

Es curioso como las cosas más inesperadas pueden hacerte feliz. Es un tópico sí pero es cierto. Y más cuando ni siquiera te pasan a ti, sino a la gente que quieres. Supongo que es una de esas cosas bonitas de la raza humana que hace que no pierda toda mi fe en ellos: la capacidad de alegrarte porque otros están felices.
Y puede ser una cosa grande como acabar la carrera o conseguir un piso o veinte millones de cosas pequeñas y lo que significan para ellos y para ti y que para el resto del mundo pueden parecer una tontería. Es como todas esas veces en que te ríes por algo porque te recuerdan a alguna tontería dicha con alguien que no está ahí y el resto del mundo te mira como si fueras una psicópata. Y te da igual porque para ti tiene sentido y al final el resto es un tanto secundario.

Soy consciente de que esto se está volviendo otro post de como molan mis amigos y cuánto les echo de menos. Eso o de "de vez en cuando el hombre no es tan idiota como pensaba". No lo sé, aunque en mi caso suelen ir de la mano.
También puede ser que todo esto solo sean paranoias de una mente invadida por los virus y los exámenes, todo es posible. Sólo sé que no sé nada y que me apetecía escribir sobre lo primero que se me pasara por la cabeza.

Por si alguien se preguntaba que fue el origen de esta sarta de palabras sin sentido, se remonta a un comentario de una de esas cosas pequeñas que no tienen sentido más allá de dos o tres personas que lo entienden, y que tardaría mucho en explicar, por qué al fin y al cabo ¿qué es un ADSL? Pero que para mí significa más porque en este caso significa más. Y ayer me alegró el día. Y de ahí que esa pequeña cosa tenga tanta importancia y no pueda evitar sentirme feliz.

sábado, 7 de marzo de 2009

Derecho a soñar

Entrada mega emo aparte, he de decir que no son las cosas tan completamente dramáticas, pero sí mi mes de febrero fue una autentica basura.

Me pasaron un fragmento de este "Derecho a soñar" de Eduardo Galeano. Se grabó para un programa de la televisión argentina que era un homenaje a las Madres de la plaza de mayo y en el que salen un montón de artistas, argentinos o no, leyendo fragmentos de sus obras o de otros. Hay muchos cachos en you tube y creo que merecen la pena. Y este da para reflexionar o por lo menos para desear que se cumpla. Espero que os guste:

jueves, 26 de febrero de 2009

But I have in me all the dreams of the world.

Mi mes de febrero ha sido bastante penoso, sobre todo en lo que a planes se refiere. Por desgracia soy de esa gente que tiene que tener un ligero esquema mental, aunque sea de un año a otro, sobre qué hacer con su vida. No tiene porque ser muy detallista, simplemente cosas sobre dónde estar y si trabajar o qué. Porque para bien o para mal creo que de momento no me veo volviendo a casa de forma permanente.
Siempre he dicho que huyo hacia delante y ya me ha dicho la gente que soy una cobarde.
O simplemente no confío lo que debería o no me abro lo suficiente y soy un tanto demasiado independiente.

No lo sé. He oído todas las versiones y puede que todas sean un poco ciertas.

Pero bueno, autopsicoanálisis baratos aparte, el rollo es que ahora mismo ando a contra pie y no consigo centrarme ni aquí ni allá. Odio no poder vivir mi vida por tener un examen colgando sobre mi cabeza como si se tratara de la espada de Damocles. No tiene gracia. Probablemente porque como he dicho tiendo a huir hacia delante y hace tiempo que no sé que hacer cuando tengo que estancarme.
Pero al mismo tiempo sigo soñando y haciendo planes, porque es más fácil que ver la realidad.

Quizás sea por eso por lo que esta semana he recurrido a la compra compulsiva de libros. Hay gente que cuando se deprime le da por comer, otros compran ropa. Yo necesito libros. Y ha sido una gran casualidad que la librería de la uni tuviera oferta en clásicos. O quizás esa ha sido la causa de la compra compulsiva. Nunca he sido capaz de decir no a comprarme un libro.
Uno de mis sueños sería vivir en una biblioteca al menos durante un par de semanas. O visitar el cementerio de los libros olvidados de Ruiz Zafón. No soy quisquillosa.

En cualquier caso, me lancé al consumismo de cultura y ahora Woolf, Orwell, Kipling, Wells, Austin y Burgess van a ser mis compañeros de cabecera estas próximas semanas. Quizás no sirvan para que me enfrente a la realidad pero son buena compañía creo yo.

Y, por si alguien se pregunta de donde viene el titulo del post, es de un poema de Pessoa. Porque hay veces que lo que quieres decir ya ha sido expresado antes y mucho mejor de lo que podríamos hacerlo. Maravillas de la literatura.

viernes, 13 de febrero de 2009

Frases obreriles y profes con humor negro

Como han estado esta semana arreglándonos parte del suelo de la cocina, y de paso creo que cargándose la lavadora, he decidido comentar algo que se me había olvidado por completo y que pasó el otoño pasado.

Supongo que todo el mundo ha sufrido o sido testigo de las maravillosas frases de los albañiles cuando pasas por debajo de un andamio. O de los viejos verdes, si total nos da lo mismo. Pues descubrí que no es solo cosa de los albañiles ibéricos aunque eso sí, los de aquí son más sosos. Y no es que me apasione oír las burradas que dicen, pero es que no hay comparación. Y aunque estos lo intentan y el tono ese baboso, asqueroso lo tienen dominado, no es lo mismo. El empeño lo tienen pero no sé, resulta muy extraño y patético oír a un pintor soltar "hellooooooooo" en el tono que un albañil español soltaría "¿A dónde vas rubiaaaaaaaaaaaaa?"
Queda hasta gracioso y todo. O quizás a mi me lo pareció porque no me lo soltaron a mí porque la susodicha rubia estuvo en un tris de partirles la cara xD.

Segunda batallita sobre mi semana infernal de clase (vaya mes me espera): ¿sabíais que existe un estudio sobre las turbulencias del aire en zonas montañosas a partir de los accidentes con parapente en dichas montañas? Pues yo tampoco lo sabía. Hasta que lo comentó ayer un profe en clase. Para que luego digan de los científicos.

sábado, 31 de enero de 2009

No sé de dónde ha salido esta cosa emo

No os acostumbréis a que ponga posts tan a menudo.

Maybe

Maybe this time it'll be different.
Maybe this time she'll scream the truth instead of shutting up.
Maybe this time she'll cry instead of hiding them behind a smile.
Maybe this time she'll stop being a coward and she'll fight back.
Maybe this time she'll open her mouth and say what she thinks instead of what people expect her to say.
Maybe this time she'll try to find the truth on her own instead of believing what others tell her.
Maybe this time she'll figure out who are her friends.
Maybe this time she'll be happy on her own skin.
Maybe this time.

And if she doesn't maybe there'll be another chance.

miércoles, 21 de enero de 2009

Vuelta a empezar

Hace más de un mes que no escribo y sí, sé que dije que no volvería a dejarlo tanto tiempo y tal, pero las vacaciones son las vacaciones. La verdad es que me vino bien la dosis de familia y amigos para curar un poco la morriña antes de volver para acá. Es gracioso como echo de menos a la gente, pero luego tengo estas etapas de volverme asocial. Supongo que me gusta llevar la contraria, no sé.
En cualquier caso, ahora tocan exámenes en España y Holanda y ando un poco liada. A pesar de todo, me encanta la asignatura que tengo ahora. Creo que no había disfrutado tanto con una clase desde que hice Restauración de Espacios Degradados hará un par de años. Lo curioso de esta asignatura es que está aplicada a países en vías de desarrollo dónde todavía puedes cambiar cosas y conseguir que vivan mejor pero usando técnicas que se adapten a su terreno y no las importadas en modo colonial.

Pues en esta clase que tanto me encanta estuvieron mirándome muy mal el lunes pasado. ¿Por qué?
Vino una profesora ha darnos una charla sobre la implantación de las tecnologías de la comunicación en África (si creéis que nuestro internet es penoso ved su panorama) y la mujer empezó a hablar de la gigantesca expansión de los teléfonos móviles. Y no bromeo con gigantesca. El 97% de los habitantes de Ghana tienen uno.
El problema es que estas cosas cuestan un dinero y llamar es caro y la gente es muy pobre. Así que ¿qué es lo que hacen? Llaman hasta que sale el nombre en la pantalla de la otra persona y luego cuelgan sin hablar. Y con eso ya saben que tienen que ir a verle o lo que sea.

...Suena familiar ¿no? Pues de ahí las malas miradas cuando la mujer empezó a explicarlo y a las dos españolas en la clase nos entró la risa floja. Mientras el resto nos miraba con cara de que tiene de gracioso que sean tan pobres que no puedan hacer una llamada en condiciones.
Para que veáis que los toques en Europa no se estilan pero en África son la leche.

Si cuando mi madre decía que los estudiantes tenemos economía de guerra...