jueves, 28 de mayo de 2009

Videos y palabras

El otro día andaba buscando nuevo material de literatura fantástica para mi colección, que por cierto en cuánto vuelva a España creo que voy a pedir a Amazon al menos tres libros, cuándo me dí de bruces con el trailer que P&J había hecho para una de sus nuevas publicaciones.

Dejando a un lado que el trailer me gustó y que está basado en lo que pone en la contraportada, una parte de mi no termina de apreciar la idea del traíler para vender libros. Sé que es una buena arma comercial en este mundo que se basa tanto en los mensajes audiovisuales, pero si necesitas tanto un vídeo para que un producto te llame la atención ¿comprarías un libro?. Los libros no se ven en la tele o el cine. No son imágenes en movimiento. Al menos no delante de tus ojos.
Son palabras y el olor y la textura del papel e imágenes que se graban en tu mente gracias a lo que tu imaginación recrea.

Pero no vídeos. Nunca serán vídeos. O al menos espero que no lo sean. En parte porque me gusta el sonido de las hojas al pasar y porque a mi las cosas me entran por la vista más que por el oído y me gusta perderme entre las letras.
Y sobretodo porque mi principal necesidad a la hora de leer es inventar mundos. Es la relación entre el escritor y cada uno de sus lectores. El escritor crea un mundo, su esqueleto por rico que sea en detalles, y los lectores lo interpretan. Y por mucho que el escritor lo describa lo que aparecerá en mi mente, cómo veo los lugares y los personajes no será igual a como los ve otra persona.

Porque cada uno aportamos nuestra perspectiva y eso lo enriquece. Esa es la magia de la literatura que el cine y la televisión no tienen. No estoy desdeñando el cine y la televisión. Ellos también tienen su mágia y hay películas y series que me han tocado muy hondo. Pero es distinto.En ellos tu imaginación también es necesaria pero por causas del formato el autor te dice como verlo, aunque cada uno interprete luego lo que sea.
Y no sé, no es lo mismo. Es por esa razón que suelo desconfiar de las adaptaciones de libros, porque nunca se parecen a mi idea de los personajes y es como de repente ver que alguien al que conocías no es como creías. Y te sientes traicionado en esa forma extraña en que los lectores nos sentimos a veces cuando nos sumergimos en un libro y nos perdemos del mundo por unas horas. Porque un auténtico lector es poco más que un adicto sumergido en mundos distintos y buscando una dósis tras otra.
Pero bueno es nuestra prerrógativa y no molestamos a nadie. Aunque la lectura sea una droga muy cara.

lunes, 4 de mayo de 2009

Queen's day y quejas de autóctono

Este día 30 fue el día de la reina. Curiosamente lo que se celebra no es el cumpleaños de la actual, sino el de su madre, pero bueno eso poco importa.
Dejando aparte las noticias del kamikaze que mató a siete personas en el pueblo dónde estaba el desfile real y que ha conmocionado a este país que tiende a ser un tanto aburrido y seguro cuando se trata de algo más grave que el carterismo, el beber, hacer ruido, fumar y mear dónde no se debe o el morir atropellado por una bici, yo quería hablar de cómo se vive en Amsterdam.

Primero los autóctonos huyen si es posible o no salen de casa. ¿Por qué? Porque aquí la fiesta consiste en conciertos (véase djs desconocidos o dj Tiesto) y sobretodo mucha, mucha, mucha gente borracha por las calles vestida de naranja. En serio, estaba todo a reventar, era increíble. Así claro la gente se aprovechaba y te cobraban hasta dos euros por entrar a un baño portátil. Otra cosa no pero alma de comerciante tienen.

La verdad es que está curioso pero al cabo de un rato agotador. No soy demasiado dada a las multitudes enloquecidas. N0 me extraña que los autóctonos refunfuñen.

Y hablando de refunfuñar, me he encontrado quejándome más de una vez y más de dos de ese peligro público que son los turistas. Sí, Amsterdam es la ciudad de las bicis, pero sigue siendo una ciudad. ¿Alquilar una bici para moverte cuando no sabes conducir entre el tráfico del centro? Es una malísima idea. De verdad. Lidiar con buses, tranvías, coches y peatones en zonas dónde no siempre hay carril bici o si lo hay es invadido no es fácil. Esto es una ciudad, no un parque.
Coge el tranvía, te ahorraras morir atropellado o que algún peatón (como yo) se quede con las ganas de empujarte de la bici. Y tenemos las de ganar. O si te gusta el riesgo cuélate en el metro.

Pero nunca hacen caso y los autóctonos seguirán refunfuñando y también lo haremos los semi asilvestrados, que el pasar aquí un tiempo sirve para al menos sentirte con derecho de quejarte de todo aunque sigas sin entender el idioma.