Primero fueron reuniones y elegir las universidades.
Luego la entrevista de idiomas a las 9 de la mañana, de la que no recuerdo nada más qué que me quede en blanco cuando me preguntaron en francés (puedo hacer creer que sé inglés aún estando zombie, pero pasar de inglés a francés estando dormida supera mis facultades.)
A continuación fue la espera y miles de pensamientos que pueden resumirse en "Diosdiosquemecojanenalgunsitio".
De ahí pasas al subidón increible que es saber que te vas. ¿a hacer qué? Ni idea, pero te vas.
Y más papeles: matriculate de asignaturas solo por el nombre que ni sabes de que van ni si se darán el año que viene (vamos como aquí), formularios de alumno, fotos, solicitud de becas...
Y la residencia, la maldita residencia...
Más que nada porque dormir debajo de un puente no debe ser divertido.
Y por fin ir al rectorado a por un papel que dice que sí que el año que viene serás Erasmus aunque aun no sepas si vivirás debajo de un puente ni que vas a estudiar. Pero ya eres estudiante legal.
Y ahora a esperar y a ver si duermo debajo de un puente o no.
Lo que demuestra que hay algo peor que la burocracia nacional, la internacional.
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